Doblegar mi voluntad a la de Dios

Muchas veces me digo a mí misma que deseo hacer la voluntad de Dios y ésto no siempre es sencillo.
Cuando las cosas son muy difíciles, la fé o la confianza en Dios, flaquean.
Como en éstos momentos. Es ahí cuando recuerdo la Palabra de Dios.
Me lleno de miedo, de temor porque he pasado ya por muchas situaciones difíciles en mi vida.

He perdido mi casa, he perdido un negocio, he tenido que dejar el lugar donde residía y donde nací, en donde tengo mis raíces y en donde tal vez pudiera recibir ayuda. Sin embargo, ya estuve ahí y no pudieron ayudarme cuando llegaron los tiempos difíciles.

Me resentí con muchas personas porque no me ayudaron aún cuando pudieron hacerlo. Sin embargo no les guardo ni les guardé nunca rencor por ello, aunque sí fué muy doloroso.
Dios ha sido siempre tan bueno conmigo, que permite que me sucedan cosas así, pero nunca me deja de su mano, aunque yo sea tan débil y sienta que desfallezco.

Vuelvo a tener miedo de perder lo poco que tenemos y no debo temer. Me repito a mí misma una y otravez las palabras de Sta. Teresa de Avila "Que nada te turbe, que nada te espante; todo pasa, sólo Dios queda".

Recuerdo también todas las cosas malas que he hecho y que sigo haciendo y le pido perdón a Dios por ellas y sé que no puedo evitar ni una sóla de las maquinaciones del mal, sólo puedo pedirle a Dios para que me libre de él.

Eso es lo que nunca hice antes. Siempre he creido en Dios, pero he creido que Dios en su cielo y yo aquí con el mazo. Y he llegado a entender que para transitar por éste mundo, debo basar mi vida en Dios, el Dios que Jesucristo nos ha dado a conocer através de su Evangelio.

Y en éstos momentos tan difíciles, trato de mirar al cielo como Jesucristo me ha enseñado y repetir sus palabras: "Hágase tu voluntad y no la mía. En tus manos encomiendo a mi familia".

Una vez más, me doy cuenta que yo no puedo hacer nada cuando el mal acecha a los míos, sólo encomendar a mi esposo y a mis hijos a Dios...¿en qué mejores manos puedo poner mi vida y la de los míos?

Cuando perdimos la casa y el negocio en todo pensé, menos en pedir la ayuda divina. Mi visión estaba enfocada sólo en éste mundo. Me enseñaron a luchar en él, me enseñaron a vivir en él y he aprendido que sin la ayuda divina no es posible.

Así que ahora la pido constantemente, creyendo firmemente en el "Pedid y se os dará". Sé que no se me da lo que yo quiero, sino lo que me es conveniente y lo que me es conveniente no siempre es agradable porque implica realizar un esfuerzo.
Si las cosas que valen la pena, fueran fáciles cualquiera las haría.

Aunque no es sencillo doblegar mi voluntad a Dios y aceptar sus designios, le pido me dé lo que necesito para hacerlo.

Amén.