Mi testimonio de conversión

El  4 de Marzo celebramos a Nuestra Señora de la Guarda, quien salvó a un pescador de hundirse en las aguas durante una terrible tempestad.

Mientras leía la historia, recordé mi propia experiencia cuando hace 12 años "mi barca" estuvo a punto de naufragar. Por distintas circunstancias, perdí la confianza, me llené de miedos. Sentía asfixiarme y acudí a hincrame a la Iglesia cercana, a pedir ayuda a Jesús. Allá entre la neblina que era mi mente, recordé mi infancia y la fé que de niña tuve.

Fué lo que recuerdo antes de sumergirme en la vorágine:
doctores, hospitalización para tratar de sacarme las pastillas que había tomado, psicólogos, oraciones por hermanos separados, un año de terapia con una doctora de los llamados cristianos (que son creyentes en Cristo, pero de otra denominación) llantos de mis hijos.

Y años perdida en la niebla. Hasta que una luz brilló. Era la luz de la Virgen que me detuvo y me regresó.

Me condujo através de varias visiones. Me condujo a unos foros donde poco a poco fuí calmándome y conociendo de Cristo Jesús. Puso en mis manos un rosario al que me aferré como a una soga que me sacara del pozo.

Fuí adentrándome en la vida de santos, en la vida de Cristo, en la oración.
En la actualidad, mi fé se ha visto fortalecida. Veo su mano en todos mis actos.
A mí me parece algo muy bello.

Puedo entender el porqué la Virgen siempre se presenta cargando al Niño Jesús o se presenta con un rosario en la mano o se presenta con Cristo en el vientre como en la Virgen de Guadalupe.

Ella es la Madre de Jesús, la Madre del Hijo de Dios, la Madre de Dios.
Y como Madre debe amar mucho a su Hijo.

Puedo verla cantar durante la espera. Puedo verla sufrir al no encontrar dónde nacería su Hijo. Puedo verla preocupada al tener que huir a Egipto.
Puedo imaginarla viendo crecer a Jesús, feliz y puedo verla con el corazón anhelante cuando partió a cumplir su misión.
Puedo verla recibiendo cualquier noticia que le llegue, atenta a lo que escuha. Aveces alegrándose y otras entristeciéndose.
Puedo verla orando y entregada a Dios tratando de conformarse a su voluntad.
Puedo verla al pie de la cruz.
Puedo verla alegre por su Resurrección.

Cuando era pequeña, mi mamá nos llevaba cada año en Semana Santa a "la visita de las 7 casas" en donde veía a Cristo lacerado, en una urna transparente. Y me entristecía y me llenaba de miedo verlo.

Cada año pasaban una película en donde una niña trataba de descolgar a Cristo de la cruz para que no sufriera.

Eran dos imágenes que mi mente infantil no podía comprender. ¿Cómo un hombre tan bueno estaba en un ataud tan lastimado, si había quienes deseaban descolgarlo de la cruz?

Y es que mi mamá nunca nos habló de Cristo resucitado. Yo no podía entender el mensaje entero de Cristo. Y éso me llenaba de miedo.

Cuando veía a Cristo en la cruz, creía que con mis buenas acciones podía ayudar a quitar los clavos y espinas de su cuerpo, como la niña de la película que era muy buena. Y yo trataba de serlo también
De igual manera, trataba de ser buena para que mi mamá no sufriera tanto. Era una manera de corresponder al amor que me brindaba.

Creo que ése amor que mi mamá me infundió a Cristo, es el que le agrada a la Virgen. Por lo menos, ahora que soy madre puedo entenderlo de ésa manera.

La Virgen pide siempre el rezo del rosario, el orar. Y es que el rezo del rosario es la vida misma de Jesús su Hijo amado.

Yo no puedo entender a María sin Cristo.
Y tampoco puedo entender a Cristo Jesús sin María, aunque puedo entender el que se fuera a cumplir la voluntad de Dios.

Madre mía,
no me dejes nunca
aún cuando yo te deje tantas veces.