Guillermo “Willy” Muzzio nació el 25 de febrero de 1972. Tercero de seis hermanos, se mudó de San Isidro a Bella Vista, provincia de Buenos Aires, poco antes de cumplir los cinco años. Campamentos de jóvenes en su parroquia y actividades con el movimiento Aventura van acompañándolo mientras se perfila una vocación sacerdotal, que termina de confirmarse tras misionar en el Chaco Salteño con comunidades wichis.
En el medio, la Universidad, cosas que viven todos los jóvenes, y un terrible accidente de tránsito con duras consecuencias y dolores que sobrelleva con inmensa paz interior –No me puedo quejar del dolor porque a San Ignacio lo operaron sin anestesia, recordaba.
En el Seminario Diocesano de San Miguel los testimonios coinciden en su profunda vida de oración: se levantaba primero que todos e iba a la capilla para rezar solo ante al Santísimo Sacramento, antes de la oración de las laudes. También se destacaba por su atención con los más pobres: cada vez que alguno se acercaba a la puerta del seminario, pedía le avisen, y los atendía siempre con mucho cariño.
La caridad era el motor de su vida. En una ocasión escribió: “Descubriendo vivencialmente que sólo el amor nos hace capaces de vivir con mayor plenitud cada día, es que hoy quiero invitarte a vos que leas esta carta, a que no pierdas más el tiempo en vos mismo. Quiero invitarte a que todo lo que hagas, lo hagas movido por amor y pensando en el otro que tenés al lado, enfrente o más lejos”.
Cuando se le diagnosticó un linfoma no Hodgkin, no pidió ninguna excepción para su vida en el seminario. Buscó siempre mostrarse con una sonrisa.
Guillermo pudo recibir la admisión formal a las Sagradas Órdenes y compartir años de apostolado como seminarista con distintas comunidades. Pero la enfermedad empeoró. E internado para un trasplante de médula ósea, escribió: “Ofrezco esto por las almas del purgatorio, para que estén pronto cerca de Dios derramando su perfume sobre todos los hombres. Por la evangelización que la Iglesia lleva adelante para ganar a todos para Dios. Por la pronta canonización del Cura Brochero y para que por intercesión de él y de María la Virgen se derramen muchas gracias sobre todos los enfermos, sobre todo paciencia y fortaleza”. También expresó hacerlo por la diócesis y las vocaciones sacerdotales.
Tras el trasplante, un proceso de infecciones fue apagando la luz de su vida entre nosotros. Partió a la Casa del Padre el día de Todos los Santos de 2002. “Con la sonrisa por la vida” es el sentimiento con el que se lo recuerda desde entonces, y también el título elegido para un libro que un año después de su muerte editó su padrino, recogiendo testimonios de amigos: http://ebook.myspecialbook.com/books/flut/.
En diciembre de 2017 la diócesis comenzó las etapas preliminares para el inicio de la causa de beatificación y canonización.
Sitio Guillermo Muzzio
En el Seminario Diocesano de San Miguel los testimonios coinciden en su profunda vida de oración: se levantaba primero que todos e iba a la capilla para rezar solo ante al Santísimo Sacramento, antes de la oración de las laudes. También se destacaba por su atención con los más pobres: cada vez que alguno se acercaba a la puerta del seminario, pedía le avisen, y los atendía siempre con mucho cariño.
La caridad era el motor de su vida. En una ocasión escribió: “Descubriendo vivencialmente que sólo el amor nos hace capaces de vivir con mayor plenitud cada día, es que hoy quiero invitarte a vos que leas esta carta, a que no pierdas más el tiempo en vos mismo. Quiero invitarte a que todo lo que hagas, lo hagas movido por amor y pensando en el otro que tenés al lado, enfrente o más lejos”.
Cuando se le diagnosticó un linfoma no Hodgkin, no pidió ninguna excepción para su vida en el seminario. Buscó siempre mostrarse con una sonrisa.
Guillermo pudo recibir la admisión formal a las Sagradas Órdenes y compartir años de apostolado como seminarista con distintas comunidades. Pero la enfermedad empeoró. E internado para un trasplante de médula ósea, escribió: “Ofrezco esto por las almas del purgatorio, para que estén pronto cerca de Dios derramando su perfume sobre todos los hombres. Por la evangelización que la Iglesia lleva adelante para ganar a todos para Dios. Por la pronta canonización del Cura Brochero y para que por intercesión de él y de María la Virgen se derramen muchas gracias sobre todos los enfermos, sobre todo paciencia y fortaleza”. También expresó hacerlo por la diócesis y las vocaciones sacerdotales.
Tras el trasplante, un proceso de infecciones fue apagando la luz de su vida entre nosotros. Partió a la Casa del Padre el día de Todos los Santos de 2002. “Con la sonrisa por la vida” es el sentimiento con el que se lo recuerda desde entonces, y también el título elegido para un libro que un año después de su muerte editó su padrino, recogiendo testimonios de amigos: http://ebook.myspecialbook.com/books/flut/.
En diciembre de 2017 la diócesis comenzó las etapas preliminares para el inicio de la causa de beatificación y canonización.
Sitio Guillermo Muzzio